El auge del comercio electrónico a nivel global es innegable. Tan solo en 2021, las ventas minoristas por internet aumentaron un 50% a nivel mundial, superando los $5 billones de dólares (Le, Q. V., & Tran, T. T., 2023). En Colombia, este fenómeno también se hace evidente. El último reporte de la Cámara Colombiana de Comercio Electrónico revela que, en el país, las transacciones digitales movieron $39.8 billones de pesos en 2021, con un incremento del 40.2% frente al año anterior (Cámara Colombiana de Comercio Electrónico – CCCE, 2022).
Esta tendencia, lejos de ser una moda pasajera, ha llegado para transformar los hábitos de consumo y, con ellos, los modelos de negocio. Para las pequeñas y medianas empresas, la implementación de canales digitales representa una oportunidad dorada de expansión que puede marcar un antes y un después en sus historias. Al abrirles las puertas del comercio electrónico, se abren también las puertas hacia nuevos mercados, tanto dentro como fuera de Colombia. En efecto, las plataformas online permiten ampliar el alcance geográfico de forma radical, llegando a clientes que de otro modo serían inalcanzables (Pérez & Fischer, 2023).
Por ejemplo, un emprendimiento joven relacionado con los bordados, que apenas es conocido en Cartago, puede dar el salto a ser una marca reconocida en todo el territorio Colombiano gracias a una tienda virtual. Sus creaciones únicas de prendas bordadas pueden cruzar montañas y atraer clientes en Bogotá, Cali o Medellín, e incluso más allá de las fronteras del País. Para este tipo de emprendimientos con alto potencial pero limitados por su ubicación física el ciberespacio representa un portal hacia el éxito comercial.
Del mismo modo, una fábrica de muebles tipo vintage de Barranquilla puede llegar a diseñadores internacionales interesados en sus exclusivos productos gracias a una página web
transaccional. Compradores en Londres, París o Los Ángeles se convertirían en sus clientes con solo unos clics. Y artesanos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta tendrían la
oportunidad de dar a conocer al mundo sus tejidos y mochilas coloridas en Etsy o tiendas equivalentes especializadas.
Como se observa en estos casos, que se multiplican cada día más, el comercio electrónico le abre la puerta a emprendedores en todos los rincones de Colombia para acceder a un mercado global, altamente competitivo, que de otro modo permanecería fuera de su alcance.
Los retos en la travesía hacia la transformación digital
Ahora bien, montarse en esta ola digital implica sortear desafíos importantes para las pymes. El principal escollo es la falta de conocimientos técnicos y gerenciales de los m i c r o e m p r e s a r i o s colombianos para diseñar y gestionar sus plataformas de comercio online (Dini et al., 2021). La mayoría no sabe cómo crear una tienda virtual user-friendly, carece de habilidades en marketing digital, no maneja conceptos de posicionamiento web, por mencionar algunas de las barreras más comunes.
Adicionalmente, la desconfianza de los usuarios frente a la seguridad de las transacciones digitales persiste como un reto país.
Si bien el comercio electrónico existe desde hace más de 20 años en Colombia, un estudio realizado por la facultad de ciencias jurídicas de la Universidad Javeriana reveló que una gran cantidad de consumidores aún teme ingresar su información bancaria en sitios web para realizar pagos online (Ferrari Zamora, 2017).
Los emprendimientos que incursionan en el mundo digital deben esforzarse por brindar todas las garantías frente al riesgo percibido. Invertir en certificaciones de seguridad informática y en cifrado de datos puede marcar la diferencia entre el éxito o el fracaso de sus plataformas. Con trabajo arduo y tenacidad se pueden superar estas barreras de adopción. Como escribió Sir Francis Bacon: «La sabiduría es como los rios que aumentan su caudal cuanto más se alejan de su origen». Y los m i c r o e m p r e s a r i o s visionarios comprenden que, aunque el camino se torne difícil, vale la pena recorrerlo con perseverancia.
«Those who dare, win»
La travesía hacia la implementación de canales digitales podrá estar llena de corrientes desafiantes, pero quienes osen navegarla con visión, valor y aptitud lograrán encontrar del
otro lado un verdadero océano de prosperidad. Como lo han demostrado casos de éxito en diversas industrias, desde la editorial hasta la artesanal, el potencial del comercio
electrónico para catapultar emprendimientos es infinito, solo se requiere la convicción de dar el primer paso. Y así como Hernán Cortés quemó sus naves para no tener otra opción que
triunfar, los m i c r o e m p r e s a r i o s colombianos deben apostarle todo a su incursión en el mundo online si desean crecer. Aquellos que lo logren, conquistarán nuevos horizontes de grandeza para sus negocios.