El término de sostenibilidad y sustentabilidad para el sector rural ha tomado cada vez más importancia, dada su visión integral de los componentes del sistema, desde una perspectiva que promueve un desarrollo articulado entre sus actores.

La sostenibilidad radica en mantener el equilibrio entre los componentes del sistema a lo largo del tiempo, mientras que la sustentabilidad se enfoca en garantizar una prosperidad social y económica, así como la satisfacción de las necesidades humanas sin afectar los recursos naturales, ni olvidar la permanencia en el tiempo, adaptándose y aplicándose a cualquier lugar geográfico.

La sustentabilidad, implica la producción de bienes y servicios, donde se satisfacen las necesidades humanas, dando garantía de una mejor calidad de vida a la población, son tecnologías responsables, limpias y conservando la naturaleza (Zarta, 2018), en ella se deben contemplar al menos cuatro aspectos: medioambiental, económico, ética y gobernanza sustentable (Cortés & Peña, 2015).

Dando un enfoque rural e integral para ambos conceptos, es importante la promoción de estrategias como: uso eficiente de los recursos medio ambientales, acciones de conservación, nuevas alternativas productivas con enfoque agroecológico y aprovechamiento de los recursos endógenos de cada territorio, resultado de ello, siempre con una visión de relación y coherencia entre sus actores relacionados.

Desde una perspectiva de correlación e integración enfocada a la sostenibilidad y sustentabilidad rural, es de vital importancia la aplicación de buenas prácticas agrícolas y pecuarias, como un mecanismo que integra el bienestar social, productividad, uso eficiente y responsable del suelo, agua, entre otros, así mismo, con un enfoque coherente hacia los retos que se afrontan respecto a los cambios climatológicos y nuevas tecnologías; es importante la generación de estrategias y acciones encaminadas hacia un visión sustentable en el futuro, promoviendo procesos de transición hacia la agroecología, que deben ir de la mano con la garantía de soberanía alimentaria para quienes integran el sistema, sin olvidar, que dichos procesos deben ir acorde con rentabilidad económica (Rizo, et al., 2019).

Dentro de los retos para la transición hacia una agricultura sostenible y sustentable, de acuerdo a las nuevas tendencias y cambio climático, se encuentra la necesidad de generar alternativas productivas y comerciales que sean coherentes con la aplicación de nuevos avances tecnológicos entre los cuales se encuentra la afinidad con la agricultura de precisión y la agricultura 4.0, optimizando el proceso productivo con el uso racional de insumos, optimización de mano de obra, siendo este último objeto de análisis a nivel de costos para el productor, pero contraproducente a su vez para la demanda laboral en el ámbito rural, dado que la mecanización de los procesos ha disminuido considerablemente la cantidad de mano de obra física (Auernhammer, 2001).

Finalmente, se hace necesario la articulación del sector universitario, formando estudiantes orientados a un desarrollo sostenible, sustentable, integrador, generador de crecimiento a nivel social, ambiental y económico, que aporten a los nuevos retos que enfrenta el sector agrario y los esquemas sociales – productivos.