Llevamos más de dos años afrontando cambios en las empresas, equipos de trabajo, hogares y a nivel personal, que nos han llevado a ser más flexibles, empáticos, pero sobre todo más humanos, y es que las figuras duras y rígidas han sido desplazadas de cualquier ámbito.
En una situación sin precedentes como la actual, el reto de cambiar para hacer las cosas diferentes, es un tema que ha sido objeto de resistencia y frustraciones, y es que el cambio siempre conlleva errores, fracasos, periodos de aceptación y de adaptación, hasta completar la transición.
En este contexto, la gestión del cambio se ha convertido en una habilidad fundamental para enfrentar el presente y el futuro, siendo una herramienta de flexibilización y adaptación ante los procesos emergentes, que permite gestionar de la mejor manera los recursos disponibles, para manejar las exigentes transformaciones, y procurar el bienestar individual de los colaboradores y de la organización en general. Por ello, se convierte en un reto para cualquier empresa, incluir un proceso estructurado que además de controlar el cambio, ayude a las personas a adaptarse a ello.
Los expertos hablan de 4 aspectos del cambio organizacional: en la estructura organizativa, en los procesos, en la gestión humana y en la tecnología. Independiente del ámbito en el que se desee trabajar, el cambio en una organización conlleva un proceso que parte de la premisa que para que sea exitoso, todos deben desear que este se produzca, y se identifica con las siguientes fases:
Negación: en esta etapa, aunque se está consciente de que se necesita un cambio, este se trata de evadir, considerando la zona de confort y el miedo que se genera hacia lo desconocido, ocasionando que se posponga lo inevitable, se pierdan oportunidades y no se realicen los cambios a tiempo.
Resistencia: etapa de enojo y frustración, donde se empieza a vivir el cambio, pero este es entendido como una amenaza y no como oportunidad. No se acepta el proceso evolutivo de la empresa, por el contrario, ante la incertidumbre, el temor se hace inminente al perder algo, no entender o por los rumores que se generan por una mala interpretación de la situación.
Aceptación: se inicia el proceso de tomar conciencia del cambio que se está viviendo y se logra identificar su importancia. Comienzan las actitudes de apoyo y generación de ideas, para ayudar con su implementación por parte los implicados al proceso, aceptando nuevas normas y formas de trabajo, para lograr la mejora esperada.
Compromiso: etapa de aceptación del cambio como forma fundamental para poder evolucionar y avanzar. Surge después de un proceso de aprendizaje y experiencias. Se debe lograr un compromiso genuino, ya que hoy muchas personas hablan de cambios, porque es un concepto de moda, pero, como cualquier moda, hay que saber usarla sin perder el objetivo.
Por último, la forma en que se gestione el cambio es s i g n i f i c a t i v a m e n t e importante, porque es un reflejo de la cultura, valores, fortalezas y también oportunidades de mejora para la empresa. Cuando este es bien gestionado, influye de manera positiva en el compromiso, el bienestar y el rendimiento organizacional.
Y como menciona Gabriela Rodríguez, experta en transformación digital, “si bien como seres humanos rechazamos, casi de forma natural, lo que es nuevo, quizá por temor a equivocarnos o por desconocimiento, es necesario ver toda transformación como una oportunidad para reinventarnos, innovar, crecer y responder con agilidad a las dificultades”.
Por Carolina Castañeda Mejía.