El gigantesco desafío económico y social que causó la pandemia, afectó significativamente la dirección y el desarrollo de las empresas, conduciendo a reformular no solo la cotidianidad, sino la forma de producir, consumir y vender.
Haciendo una mirada retrospectiva del fenómeno, es necesario reconocer que la irrupción del virus se produjo en un contexto de debilitamiento del comercio a nivel nacional, creando a su vez una crisis financiera, no solo para las grandes empresas, sino para los pequeños comerciantes, quienes nunca imaginaron que este tipo de fenómeno pudiera ponerlos en jaque.
Considerando que la mayoría de empresas no estaban preparadas para operar en situaciones tan adversas, y que las medidas adoptadas por el gobierno colombiano ante la propagación del virus tuvieron grandes consecuencias en los principales mercados, implicando la suspensión de operaciones en los áreas industriales y comerciales, situación que paralizó la producción de bienes y servicios, así como a los proveedores en la cadena de suministros y la comercialización de productos al consumidor final. Todo esto, conllevó a que los comerciantes de grandes, medianas, pequeñas empresas y comerciantes locales diseñaran estrategias para la comercialización de sus productos apoyados en la tecnología y el mercado digital, para continuar operaciones y sobrevivir; sin embargo, esto resultó ser un arma letal para aquellos que estaban acostumbrados a trabajar de manera tradicional y no se flexibilizaron ante la situación para seguir adelante con sus negocios.
Aunque las empresas están haciendo esfuerzos para reactivar la actividad comercial y evitar que se destruya el tejido empresarial construido durante décadas, utilizando recursos para ampliar su mercado como el comercio electrónico, ofrecer domicilios o mantener contacto con sus clientes por WhatsApp, la Federación Nacional de Comerciantes – Fenalco (2021) confirma que el 12% de los establecimientos comerciales colombianos han cerrado definitivamente, frente a un 20% que lo ha hecho temporalmente. Y es que la pandemia como cualquier crisis se convierte en un desafío, y en una oportunidad. Como decía Gardini (2020), los desafíos causan trastornos y eventualmente pérdidas económicas.
Así, aunque la sombra ha estado muy oscura, una luz vuelve aparecer para el comercio, resultado de la disminución en las restricciones de la pandemia y una fuerte recuperación enmarcada por la transformación digital, donde cada día más negocios se suman a las ventas por internet y utilizan otras estrategias exitosas como las redes sociales y los descuentos. Y es que no se puede negar que esta luz ha traído consigo nuevos negocios, emprendedores aventureros que ante la nueva normalidad han hecho realidad esa idea de negocio que tenían en mente desde tiempo atrás, apropiando capacidades ante la incertidumbre como la flexibilidad, resiliencia, creatividad, adaptación al cambio, e innegablemente aptitudes más tecnológicas y más sociales.
Finalmente cabe mencionar, que el comercio está resurgiendo, y aunque no está en las mejores condiciones, la tenacidad de este sector se convierte en una pieza clave en la recuperación económica y social del país que debe permear a todos los niveles.