El gigantesco desafío económico y social que causó la pandemia, afectó significativamente la dirección y el desarrollo de las empresas, conduciendo a reformular no solo la cotidianidad, sino la forma de producir, consumir y vender.
Haciendo una mirada retrospectiva del fenómeno, es necesario reconocer que la irrupción del virus se produjo en un contexto de debilitamiento del comercio a nivel nacional, creando a su vez una crisis financiera, no solo para las grandes empresas, sino para los pequeños comerciantes, quienes nunca imaginaron que este tipo de fenómeno pudiera ponerlos en jaque.
Considerando que la mayoría de empresas no estaban preparadas para operar en situaciones tan adversas, y que las medidas adoptadas por el gobierno colombiano ante la propagación del virus tuvieron grandes consecuencias en los principales mercados, implicando la suspensión de operaciones en los áreas industriales y comerciales, situación que paralizó la producción de bienes y servicios, así como a los proveedores en la cadena de suministros y la comercialización de productos al consumidor final. Todo esto, conllevó a que los comerciantes de grandes, medianas, pequeñas empresas y comerciantes locales diseñaran estrategias para la comercialización de sus productos apoyados en la tecnología y el mercado digital, para continuar operaciones y sobrevivir; sin embargo, esto resultó ser un arma letal para aquellos que estaban acostumbrados a trabajar de manera tradicional y no se flexibilizaron ante la situación para seguir adelante con sus negocios.