En busca del equilibrio de los ecosistemas, las abejas han sido un tema de relevancia sobre el medio ambiente íntimamente ligada a la floración de frutales y verduras, al polinizar y dar continuidad a la vida vegetal, de ahí la importancia de su labor, considerando que el 80% de la alimentación agrícola humana y animal está constituida por este trabajo.
Sin embargo, a pesar de su importancia la supervivencia de las abejas está cada vez más amenazada por diferentes factores, como el uso excesivo de agroquímicos, que ya suficiente daño les ha causado, la destrucción de bosques, la disminución de los límites de su hábitat natural y la sustitución de ecosistemas por sistemas agropecuarios que generan poca oferta de flores de finalidad alimenticia, todo ello como menciona la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura – FAO ha hecho que la población de polinizadores, en especial abejas y mariposas, haya disminuido de manera preocupante, debido principalmente a prácticas agrícolas intensivas y los cambios en el uso de la tierra.
Y es que la agricultura “moderna” y exhaustiva, demanda alto uso de agroquímicos que afectan las colonias de abejas y sus hábitats, ya sea por contacto o ingestión. Por contacto, cuando las abejas recogen el néctar de las flores, las pecoreadoras (abejas obreras recolectoras) son las víctimas iniciales ya que son ellas las que tienen el acercamiento con la flor, en pocos minutos el veneno obra en ellas y muchas veces no alcanzan a llegar a sus colmenas, lo que implica una disminución en las colmenas, por lo que a su vez hace que abejas más jóvenes tengan que salir a buscar alimento y terminan sufriendo el mismo destino de SUS compañeras. En Cuanto al envenenamiento por ingestión es mucho más intensivo y destructivo, puesto que el néctar infectado alcanza a ser llevado hasta la colmena, una vez más las abejas jóvenes consumen el alimento lo que les produce una reacción en su sistema nervioso provocando desorientación y muerte masiva de colonias. Ambos casos terminan con la disminución de la población de abejas.
Lo anterior, atribuible a una mala práctica realizada por parte de los agricultores, por falta de conocimiento de las etapas fenológicas de los cultivos; al aplicar insumos en etapas de las plantas en las cuales estos no obran de la forma adecuada, ya que los insectos perjudiciales ya han tenido tiempo de actuar, afectando la flora y la fauna de sus alrededores.
De aquí, que el agro-apicultor deba luchar contra dos enemigos, la plaga en sus cultivos y el envenenamiento de las colmenas, es por este motivo que se crean los planes de Manejo Integrados de Plagas Y Enfermedades (MIPE), Para combinar diferentes métodos de control que permitan el manejo de aspectos agronómicos, biológicos, culturales, químicos y legales, de acuerdo a las condiciones específicas de cada caso o cultivo.
Ante este panorama, Cabe agregar que está en nuestras manos parte de la solución. Comenzando protección con la de colonias manejo adecuado de y ecosistemas, al cultivar variedad de plantas nativas que permitan la floración continua y garanticen Su supervivencia, para que puedan cumplir con su gran papel en la naturaleza.