Que satisfactorio es poder escribir lo que sabes sobre un tema y cautivar la atención de otras personas, más aun, que satisfactorio es poderlo hacer con facilidad y elocuencia. Cuando decidimos escribir un texto, nos vemos enfrentados a un reto creativo que implica la organización correcta de ideas, equilibrio entre lo que queremos decir, lo que realmente decimos y lo que el lector interpreta. En esta tarea, la asertividad de las letras que escogemos para expresar nuestras ideas y opiniones, debe ser la punta de lanza, para vencer esa hoja en blanco a la que tantos profesionales le huyen.

La capacidad de escritura depende en gran parte de los buenos hábitos de lectura, que permiten fortalecer el léxico personal y le dan al individuo un panorama más amplio de su propio entorno. En este sentido, la escritura como habilidad comunicativa debe superar el proceso de decodificación de la lengua e integrar de manera veraz la conciencia del entorno inmediato, la capacidad de consolidar un objetivo o propósito preciso y la claridad y coherencia a lo largo del escrito. En consecuencia, asumimos la escritura como una necesidad al momento de manifestar un p e n s a m i e n t o, convirtiéndose en el reflejo de la voz y consolidándose como una herramienta que los seres humanos utilizamos para dar a conocer a otros lo que guardamos en nuestro pensamiento, por ello cuando pensamos en escribir, debemos preguntarnos ¿por qué escribo?, ¿para quién escribo? y así poder dar forma a ese propósito comunicativo. 

Cabe resaltar que la comunicación escrita requiere que empleemos de manera más consciente ciertas estrategias cognitivas que en la comunicación oral no usamos; al escribir no podemos recurrir a ciertos patrones que acompañan la expresión oral, como la entonación y los gestos. Al momento de escribir se hace necesario planear, escoger el tipo de texto y su propósito, de tal forma que permita informar y/o convencer. En este contexto, es menester preguntarse ¿tienes dominio del tema o tienes que documentarte? y a partir de allí se empieza a dar forma al texto. 

En el ámbito de la educación superior, los actos de comunicación se r e a l i z a n fundamentalmente a través de textos escritos, cartas, informes, correos, circulares y otros, por lo cual se hace fundamental desarrollar esta competencia, teniendo en cuenta que, como estudiantes universitarios, una buena escritura no solo consolida el proceso de formación, sino que representa una puerta de entrada para fortalecer el camino de proyección al futuro laboral. 

Con el fácil acceso a las nuevas tecnologías cuya base es fundamentalmente la escritura como el Twitter, Facebook, Whatsapp, el escribir se ha convertido en parte de la cotidianidad, pero esa misma condición ha generado también que se pierda la empatía a través de los escritos y que la gramática pase a un plano secundario, olvidando que la lengua no es sintaxis solamente y que los escritos construyen o destruyen la concepción de una idea o de un paradigma incluso, por ello se concibe como una habilidad más transversal de lo que era antes, en la sociedad son muy pocas las profesiones en las que no hay que escribir nunca, y a esto se le suma que no es un proceso automático como el hablar y el oír. 

En síntesis, escribir bien denota redactar escritos comprensibles, fáciles de entender, que guarden coherencia y sean atractivos y agradables al lector.