SITUACIÓN DE LA NIÑEZ MIGRANTE VENEZOLANA:

UN PANORAMA QUE HAY QUE MEJORAR

Se entiende por niño migrante a “toda persona menor de 18 años que se encuentre fuera del Estado del cual es nacional” (CIDH, 2012). Basados en este concepto se puede decir que la crisis venezolana también ha afectado a la población infantil  y juvenil, ya que son alterados directamente por la constante movilidad de su núcleo familiar que los obliga a seguir el camino trazado por ellos; debido a este desplazamiento se ven afectados en sus mínimos derechos, como son la educación y la salud, y la poca estabilidad en el sistema educativo. Las precarias condiciones humanitarias y el contexto de la pandemia hacen de este panorama algo aún más inhumano, en el que la niñez es la más expuesta a cualquier tipo de peligros y enfermedades.

Según la docente María Clara Robayo, del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, la población más vulnerable son los niños, niñas y adolescentes, ya que les ha tocado trabajar en cualquier cosa, han sido objetivo de abusos sexuales, laborales, trabajo forzoso y un factor muy grave que se ve en la mayoría de las regiones de nuestro país, la mendicidad. “En las calles hay espacios que requieren ser intervenidos por el Estado para la protección de esta población, dado que se encuentran en un altísimo grado de vulnerabilidad”, afirma la docente. Respecto a este punto, es importante mencionar que la mayoría de niños que trabajan en las calles son obligados por sus familias a desempeñar trabajos que no les corresponde, y que dada su edad escolar deberían estar en una institución educativa formándose para la vida. De acuerdo con Migración Colombia, el 24 % de los 1.729.537 migrantes venezolanos radicados en el país son niños, niñas y adolescentes; es decir, 415.000.